Tigre Parte 12 (final). By Jorge Daza.

#BoxeoRing #Golpeteos #FuertesGolpes #UnJab #ManoDura

—Así que te guardabas el músculo sintético como as en la manga —reprocha Eva mientras le limpia el sudor de la frente a su boxeador con una toalla. — ¿Por qué no dijiste nada?

—Me hubieras prohibido usarlo.

— ¡Pues claro que te lo hubiera prohibido! ¡Te deja completamente indefenso después de usarlo!

—Me sorprende que conozcas ese detalle. Esta musculatura se dejó de usar hace bastante tiempo.

—Yo la he reconocido —dice Simón.

—Lo suponía.

—No vuelvas a usar esa baza —dice Eva. —Si fallas te destrozará.

—No tengo opción. Es la única forma de romperle.

— ¡Tigre!

—Sabes que es verdad. No caerá con golpes normales. Necesito usar el músculo sintético.

—Lo sé, pero es demasiado arriesgado.

—Sobre todo ahora que conoce tu ventaja —interviene Simón. —No va a permitirte volver a golpearle con ella.

—Contaba con esta posibilidad. Aún puedo tumbarle.

—Entonces, ¡a por él, Tigre! —anima Eva colocándole de nuevo el protector bucal.

El árbitro llama a ambos contendientes y estos se acercan al centro del ring. Suena la campana y da comienzo un nuevo asalto. Ambos luchadores se observan mientras dan vueltas sin intercambiar ningún golpe. Tienen la defensa levantada y se miran por encima del guante. Un jab suelto por parte de Tigre, luego un directo y después un gancho. Todos golpes suaves, todos estampados contra la defensa. El Oso devuelve un croché de izquierda que Tigre logra bloquear. El Oso cambia a una postura lateral adelantando el pie izquierdo y comienza a lanzar jabs con la zurda mientras se protege en lado derecho. Tigre intenta alcanzarle con un croché de izquierda, pero solo logra golpear el aire. En un momento dado la tira metálica que sale del brazo del Oso se ilumina mientras el codo se echa hacia atrás. El golpe es rápido y directo al costillar izquierdo de Tigre. Este no logra cubrir la zona a tiempo con el codo y recibe el impacto. El dolor es punzante e intenso. Una o varias costillas se han roto. Le cuesta respirar, pero por suerte no parece que ninguna se haya clavado en el pulmón. El dolor le obliga a bajar levemente el puño izquierdo. El Oso aprovecha para lanzar un par de directos justo por el hueco. El segundo logra acertar en el pómulo. Tigre se echa hacia atrás y toca las cuerdas con la espalda. Su oponente se lanza sobre él y comienza a castigarle las costillas. Sabe que, ahora mismo, es la zona en la que más daño puede hacer. Tigre se ve arrinconado. Lo sabe. Intenta salir de la zona y poner algo de distancia, pero su rival no se lo permite. De pronto Tigre echa el brazo izquierdo atrás y las rejillas de ventilación se abren un poco para dejar escapar algo de vapor. El Oso esperaba ese movimiento. Rápidamente se cubre el lado derecho y se prepara para recibir un gran golpe. Para ello pega el brazo al pecho y refuerza el codo con el guante izquierdo. Sin embargo Tigre opta por lanzar un jab con la derecha a la zona desprotegida del rostro, seguido de un croché. Ambos aciertan en el rostro de su oponente echándolo hacia atrás. Momento que Tigre aprovecha para librarse del arrinconamiento.

— ¡Ja! ¡Le ha engañado! —espeta Eva con una amplia sonrisa.

—Sabe que el Oso va a estar muy atento a su brazo izquierdo —dice Simón. —Pero en cuanto se dé cuenta de que en las fintas suelta menos cantidad de vapor, el truco dejará de funcionar. Estimo que solo podrá engañarle una vez más. Después de eso… no sé qué más podrá hacer tu chico.

De nuevo un intercambio rápido de golpes en la zona central. El Oso vuelve a tomar la iniciativa con una serie de golpes fuertes que obligan a Tigre a adoptar una férrea defensa peekaboo sin posibilidad de respuesta. Pero esta vez no se deja arrinconar en la esquina, sino que sigue dando vueltas en círculos, buscando el punto ciego de su oponente. Este vuelve a buscar las costillas rotas, mas no logra realizar un impacto directo. Dos jabs de izquierda obligan al Oso a echarse ligeramente hacia atrás y cubrirse. Al intentar responder se encuentra con un oportuno gancho directo a la barbilla. El golpe es inesperado y le desequilibra ligeramente. En cambio, rápidamente logra recuperar la postura y levanta la defensa peekaboo para bloquear varios golpes más. Tigre se desplaza rápidamente por la derecha de su oponente, aprovechando la deficiencia visual en ese lado, echa el brazo izquierdo hacia atrás, se abren las rejillas de ventilación soltando de golpe todo el vapor y le propina un soberbio golpe a la costilla flotante. El puñetazo impacta de lleno y hace que el Oso se doble de dolor. Se ve obligado a hincar una rodilla en la lona. Levanta la vista justo para ver a Tigre preparar una directo de derecha directo al rostro desprotegido, pero el árbitro se pone por delante. Para momentáneamente el combate y le dice al Oso que debe ponerse en pie para continuar o comenzará a contar. Al intentar levantarse el dolor sacude todo el cuerpo del campeón. Le ha roto las costillas y estas le provocan un gran sufrimiento. Sabe que esa zona está muy mal. Tose adrede para comprobar si escupe sangre. No es así. En parte se siente aliviado porque las costillas rotas no le han atravesado el pulmón, pero sí que le molestan para respirar. El árbitro ya está contando. El Oso se pone en pie y hace un gesto de dolor que intenta disimular.

El árbitro se pone en medio de los dos, comprueba que ambos pueden continuar y da su autorización para que prosiga el combate. El Oso aprovecha rápidamente para lanzar varios golpes a su oponente, el cual tiene el brazo izquierdo nuevamente caído. Tigre apenas puede esquivar o protegerse, sin embargo, en esta ocasión, el Oso realiza casi todos sus ataques con el brazo izquierdo, ya que levantar el derecho le provoca un intenso dolor en el costado. Debido a ello los golpes no son tan duros y Tigre sobrevive a la intensa lluvia durante varios segundos hasta que logra levantar el brazo nuevamente. Lo usa para protegerse mientras es arrinconado contra las cuerdas. El Oso logra ignorar el dolor de las costillas y lanza varios derechazos fuertes, pero ninguno logra realizar un impacto directo. Tigre responde con un croché de derecha y luego varios jabs seguidos de izquierda. El joven boxeador toma el control de la pelea haciendo hincapié en el lado izquierdo del Oso. Casi todos sus golpes los realiza con el brazo de piel biometálica.

— ¡Dale con la derecha! —grita Eva. — ¡Tiene la defensa baja por el otro lado!

—Está calentando otra vez el músculo —dice Simón. —Piensa volver a usar su as.

— ¡¿Qué?! No le funcionará otra vez. ¡El Oso lo estará esperando!

—Lo sé. Solo espero que Tigre se haya dado cuenta también. Si lo vuelve a usar seguro fallará y su rival no tendrá piedad. Será el fin de Tigre.

— ¡Maldita sea! ¡Dale con la derecha!

Tigre sigue lanzando jabs y crochés de izquierda. De vez en cuando cambia a un croché de derecha, pero sin demasiado atino. El Oso simplemente se protege y apenas recibe daño. Cuando se siente seguro lanza un croché de izquierda que logra impactar en el pómulo de Tigre. Este no se espera el golpe y le interrumpe el ataque, echándole varios pasos hacia un lado. Se apoya ligeramente en las cuerdas pero enseguida se separa de ellas. No levanta la defensa. Está muy cansado. Tigre jadea mientras le sostiene la mirada a su rival. El Oso también está cansado, pero lo oculta sabiamente. Observa los movimientos de su oponente. Este da un paso al frente. Es torpe y pesado. Los brazos le pesan. Tigre tiene la cara hinchada y su respiración es fuerte. Es el momento de rematar la faena. El Oso se lanza sobre Tigre para conectarle un potente directo de derecha. La tira de metal de su músculo brilla con intensidad. Lo está dando todo en este golpe. Durante un instante, durante una mísera fracción de segundo, el Oso ha visto una leve sonrisa en los labios de Tigre. Algo anda mal, pero ya es tarde para realizar una finta. Tiene el cuerpo demasiado adelantado y el brazo ya está a punto de salir disparado hacia delante. Tigre se esperaba ese ataque. Rápidamente baja su cuerpo en el momento oportuno, ayudado por el implante neuronal. El guante de su rival pasa al lado de su cabeza, justo por encima de su hombro. Tigre se impulsa hacia arriba conectando un potente gancho de derecha a la barbilla desprotegida del Oso. El cerebro de este rebota en las paredes del cráneo. Por un instante casi pierde la consciencia. Su cuerpo se echa hacia atrás, pero logra mantenerse en pie. Al bajar la cabeza ve cómo Tigre ya se está abalanzando sobre él con un directo de derecha que le impacta en la nariz con gran violencia. El golpe le echa contra las cuerdas. Un croché, otro directo, un gancho al estómago y algún que otro jab. Una sucesión de golpes rápidos logran conectar en el rostro y torso del Oso. Este no puede levantar la defensa. El gancho en la barbilla le ha hecho mucho daño. Ahora mismo es solo un saco de boxeo a merced de Tigre y este no tiene la menor piedad. Culmina la ráfaga con un potente croché al pómulo izquierdo de su rival que lo empuja hacia las cuerdas del lateral. El Oso hinca la rodilla en el suelo y apoya el brazo en las cuerdas. Escupe sangre sobre la lona y el árbitro para nuevamente el combate.

Los ojos de Simón se encuentran puestos sobre otro punto, fuera del cuadrilátero.

—Así que ese fue el trato que hizo con Gredos —dice a media voz.

— ¿Qué dices? ¿El trato?

Simón hace un gesto con la barbilla para que la joven entrenadora mire a la esquina contraria.

—Mira al aguador.

Las miradas se posan sobre un hombre que se mantiene extrañamente cerca de del entrenador del Oso. Este sujeta la toalla con rabia. El aguador tiene algo en la mano. Es una navaja, y mantiene su hoja entre las costillas del entrenador.

—¡¿Qué?! —se sorprende Eva. —¡¿Pero qué está haciendo?!

Gredos ha infiltrado a uno de sus hombres en el lado del Oso para asegurarse de que este no tire la toalla.

— ¿Por qué no quiere que tire la toalla?

—A estas alturas deberías saberlo, chiquilla. Lo que tu chico quiere no es ganar…

El Oso intenta levantarse y continuar. Se separa de la cuerda y da un paso al frente. Pero se encuentra con que Tigre se da media vuelta y le da la espalda. Eso enfurece al Oso, quien intenta dar otro paso en su dirección. Pero las fuerzas le fallan y cae de rodillas al suelo. El mundo le da vueltas, el sonido de la gente gritando le llega amortiguado, la voz del árbitro se vuelve ininteligible. La lona está manchada de sangre. Su propia sangre que le cae de la boca mezclada con su saliva. No puede ponerse en pie. Ha perdido.

—… Lo que quiere es venganza.

Para sorpresa de todos, las rejillas de ventilación del brazo izquierdo de Tigre se abren para dejar escapar todo el calor de golpe. Al mismo tiempo su cuerpo se gira y alza el brazo para lanzar un potente croché. Su oponente está de rodillas, indefenso, el golpe no es legal. El Oso no tiene forma de defenderse. Pero eso no parece importar lo más mínimo. Tigre gira sobre sí mismo al mismo tiempo que ya tiene el brazo preparado. Su músculo sintético se endurece y el impacto sobre el rostro del Oso es devastador. Casi se pueden oír el cuello romperse igual que la mandíbula el pómulo y parte del cráneo. Es como si hubiese sido golpeado con una losa de cemento.

El público enmudece, el cuerpo del Oso cae de bruces sobre la lona. Su mirada carece ya de vida. Mira al vacío sin que ya nadie esté observando.

Los focos se centran en el cuerpo inerte, dejando la figura del Tigre en la penumbra. Donde nadie puede ver su sonrisa.

Su hambre al fin ha sido saciada.

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