Almendras amargas by C. Noemí Montañés Fernández

Imagen tomada de Pixabay

Cogieron las copas y bridaron por el acuerdo de divorcio que había costado más de tres años de batallas jurídicas y emocionales.

Él se acercó la copa y comenzó a beber, y tras el primer trago, un intenso sabor a almendras amargas le recorrió la boca. Y lo supo, nunca debió aceptar aquel brindis de armisticio.

Como químico avezado fue inmediatamente consciente que el sabor no obedecía a una aromatización propia de su caldo favorito si no al último y definitivo asalto de una batalla extenuante y devastadora.

Su historia comenzó muy aparatosa, que resultó ser el preludio de veinte años de complejo matrimonio.

Con sus primeras confrontaciones maritales, fabulaba con la idea del que suyo era uno de esos “amores contrariados” de los que tan hermoso escribía Gabo en sus tiempos de cólera.

Pero la realidad es que sus continuas discrepancias forzaron una separación tan conflictiva como lo fue su forma de amarse.

Notaba cómo iba perdiendo el equilibrio y la vida, mientras ella, le miraba desafiante, victoriosa y con una sonrisa propia de los psicópatas. El divorcio finalmente había sido mortal.

Su última sensación fue la gustativa, la de las almendras amargas en su boca y una mueca apareció en su progresiva paralizada cara recordando cómo su amor, vida y muerte se movieron siempre entre los aromas y los sabores de las almendras amargas. Expiró a los pocos minutos como un protagonista de su autor favorito, contrariado y con aroma a almendras amargas.

C. Noemí Montañés Fernández

Carmen Noemí Montañés Fernández, nació una heladora noche de un 18 de

diciembre de 1969 en León. Licenciada en Derecho (Universidad de León, 1993).

Letrada ejerciente, que le hizo aterrizar en tierras hernandianas en el año 2000 y

que alimentó aún más —si cabe su querencia— por las letras en todas sus dimensiones.

Tras catorce años, donde el Mediterráneo fue su compañero inseparable de

aventuras y desventuras jurídico-vitales, un cálido 9 de julio de 2014 regresó al

terruño, reiniciando su vida profesional e iniciando una vida alternativa cultural

(la que, de hecho, le redime de la primera cada día) que hasta el día de hoy le ha

reportado encuentros y experiencias irrepetibles y fantásticas.

Nació en una familia ávida lectora, que le permitió desde siempre leer todo

aquello que caía en sus manos sin filtro, lo que le hizo una adicta a la lectura. Pero

a pesar de esa querencia absoluta por las historias ajenas, nunca se le ocurrió coger

pluma y papel hasta que, en uno de esos eventos que empezó a frecuentar, le

sugirieron que se iniciara en esto de contar. Y empezó con un cuento, y otro, y

otro y se sucedieron las historias. Y comenzaron las colaboraciones en ediciones

compartidas, y se sucedió el primero, aquel «24 Horas» inolvidable y detrás

«Cuento cuentos contigo» y, así, la escritura penetró en su vida y siguieron otras

colaboraciones, en Salud Mental, en el día de la Mujer con doña Concha Espina, doña Josefina Aldecoa y Maruja y Manolita López —sucesivamente 2018, 2019

y 2020 con motivo del Día de la mujer, y en la edición de 2019 de Poetas por

Ciudad Juárez—. Y entre medias, también participó en una obra coral de relatos

«Póker de Damas y un Comodín». La última publicación, también coral, es «De

lunas , mujeres y otras historias», publicada en 2020.

A día de hoy, cuando su agenda profesional se lo permite, participa en la

actividad cultural de esta ciudad hermosa que la vio nacer hace cincuenta años y

que le permitió iniciarse tardíamente en esto de las letras, a pesar de ser letrada

hace ya más de veintisiete años, y que como decía el sabio Fray Luis de León, le

permite huir del mundanal ruido.

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