
Llamadme X. Quería cubrir mis ojos con unas gafas muy oscuras después del crimen perfecto. El tendero atendió mi solicitud con ese desdén que preludia cada venta —parece que duela desprenderse de las cosas más pequeñas—. Con estas nadie le conocería, agregó con voz untosa. Un momento y noté que eran las mismas que él llevaba. Sin emoción alguna, casi sin discernimiento, me puse el modelo, que se ajustaba con extraña precisión a mis facciones. En vano busqué un espejo en la sucia tienducha, que estaba muy lejos de ser una óptica. Entregué un billete grande y me dieron el abundante vuelto, con un saludo inaudito.
Caminé hasta que las calles, desconocidas y vagas, me llevaron al único hotel. Lentamente me desvestí, en la absurda ilusión de haber sido el asesino en ese crimen perfecto. En el ciego espejuelo solo mis gafas, muy oscuras, se reflejaron.
Félix Molina. Escritor (Sevilla, 1975)
Se licenció en Filología Inglesa en la Universidad de Sevilla. Es traductor y traductor literario. En sus años universitarios fundó con sus compañeros y compañeras el Círculo de Traducción, que publicó la primera revista literaria de traducción del país, Hermes. Ha publicado reseñas, fundamentalmente de literatura inglesa y norteamericana, en Diario de Sevilla y El Correo de Andalucía (suplemento literario Umbrales). En 2013 comienza a publicar el blog fm|al (félix molina | arte y literatura). Autor de tres series de Contemas (un proyecto de desarrollo orgánico, a través de la vida, de la prosa poética) y Los malditos poetas (un poemario casi contra la poesía). En preparación están dos poemarios más (Museo de bellas artes y Un incierto sentido), dos libros de relatos (Sagradas escrituras y Relatos prepositivos) y alguna que otra obsesión (Casi la paz). Entre 2019 y 2020 publicó en Masticadores el folletín Poe no ha muerto.