Para nada by Marta Redondo Álvarez

Imagen tomada de Pixabay

Ella no valía para nada. Para nada.

Apenas un rebujo de carne al que yo ni siquiera sabía agarrar.

En mitad de la tarde rompía a llorar como si el mundo estuviera a punto de desmoronarse sobre su cabeza lechosa.

Entonces yo la tomaba en brazos y con la manta colgando, a modo de soga que se balancea, me presentaba en la cocina para entregársela a mi madre. Era responsabilidad suya haberle  traído a destiempo. Así que debía ser mamá la que tendría que ocuparse de ella.

Era un bebé rollizo y peligroso. Acaparaba demasiados afectos. Los mismos que se nos estaban negando a mis hermanos y a mí.

Caía la tarde y programaban nuestra serie favorita. 

Habíamos apresurado los deberes para conseguir realizar todos los ejercicios en tiempo y forma. 

Permanecíamos atentos a las pantallas. En actitud de abducción. 

Pero una vez más mi hermano tuvo que enfadarse.

– Haced que se calle de a una vez ¡joder!

🐣🐣🐣🐣🐣🐣🐣🐣🐣🐣🐣🐣🐣🐣

Ellos siempre pensaron que yo no valía para nada.

Amasijo de células unidas con el propósito de conformar un ser humano molesto y sobrante.

Pronto comenzaron a odiarme.

Todos menos mis padres claro.

Pero mis hermanos, por mucho que dijeran lo contrario,  me recibieron como a un bicho raro que no hacía  sino privarles de la exclusiva del cariño parental. Desde el principio me demostraron una siniestra hostilidad.

Yo era un bebé hermoso y cuajado de vida. Con unos grandes azules ojos vivarachos que imantaban con solo mirarlos. Parecía uno de esos pequeñines de anuncio que salen en las fotos de Anne Geddes. Disfrazados. Unas veces de margaritas, otras asomando la carita en un amarillo girasol, otras ocultos en lechuguitas. 

Pero aquel día a mí me colocaron en una planta carnívora. Repleta de dientes cortantes y afilados.

– Haced que se calle de una vez ¡joder! 

Y la planta me engulló.

Y no quedó nada.

Marta Redondo Álvarez

Marta Redondo Álvarez. Licenciada en Derecho y Diplomada en Ciencias Religiosas. Casada y madre de 2 hijas de 16 y 20 años. He trabajado en la empresa privada  y luego he sido durante doce años profesora de Religión en Valladolid y León. 

En la actualidad profesora de Lengua y Literatura en Villalón de Campos. Mantengo un blog llamado «Desde mi ventana» desde 2009. Colaboradora en COPE León en el Programa «El espejo de la Iglesia».

Asimismo colaboro en «La Nueva Crónica»  donde escribo una columna de Opinión los sábados. He recibido premios  por un cuento de la Asociación de Naredo y por el concurso de microrrelatos en el  Ayuntamiento de La Vecilla. También he colaborado en la Antología de relatos «El manantial de las palabras» de autores leoneses publicado por la Nueva Crónica y la Universidad  de León.

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